Entrevista a Daniel García Carranza

Colección Memorias sobre el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en Córdoba



PRIMERA PARTE
Nació en 1953 en Córdoba. Su familia estaba compuesta por sus padres y 6 hermanos.
Su padre era médico, activista de la acción católica y su madre era enfermera y ama de casa. Su niñez la vivió en La Falda. Cuenta que esta etapa fue muy linda.
Fue al colegio Nuestra Señora del Calvario en Valle Hermoso, una localidad cercana a La Falda, después fue al colegio Pio X y fue allí donde se le presentó la idea de entrar al seminario. Recordó que desde chico fue un interés presente en su vida. A los 12 años entró al seminario. Recordó que su madre no estaba de acuerdo y que su padre no se oponía.
Relató que fue muy difícil adaptarse, que era una vida muy estructurada. Contó cómo era un día en el seminario.
El noviciado lo realizó en Santa Fe con los salesianos.
Comentó la diferencia entre el clero secular y las órdenes religiosas. Señaló que él no pensaba ni cuestionaba las premisas de la iglesia como los votos de castidad y pobreza.
Resaltó que algo que lo impacto mucho fue la lectura de un libro sobre los curas obreros de Francia.
En Salta completó su formación de filosofía. Esta experiencia fue negativa para él y por ello decidió formar parte de una orden de misioneros denominada La Salette.

SEGUNDA PARTE
Daniel entró al seminario siendo un niño. Recuerda que la adolescencia fue la etapa más difícil en el seminario, principalmente porque esta institución no supo abordar bien la sexualidad y la pubertad.
Cuando terminó la secundaria lo mandaron a Salta a estudiar filosofía. Para él esta experiencia lo alejó de la orden de los salesianos a la que pertenecía y decidió integrarse a la orden de la Salette.
Esta orden era diferente ya que tenían que trabajar, compartir gastos y convivir con la gente de barrio Talleres, que era donde estaba ubicada la casa de la orden. Recordó cómo era la relación con la gente del barrio y la vida cotidiana.
Mientras tanto seguía estudiando en el seminario mayor en el Centro de Córdoba. Habló de las contradicciones que esto le generaba. En 1975 los echaron a él y a sus compañeros del seminario y en 1976 comenzaron a formarse en el Centro de Estudios de filosofía y Teología (CEFYT), instituto de los padres claretianos.
Rescató que ellos como seminaristas y curas sólo estaban en relación con la vida del barrio, con lo que necesitaban. Eran muy consientes de la realidad de la gente del barrio.
Daniel se formó en el seminario con la renovación impuesta por el Concilio Vaticano II. Relató las divisiones internas a favor o en contra de esta apertura.
Habló de la iglesia latinoamericana, lo que esta frase implicaba y como él la vivía. Reflexionó sobre la actualidad de esta Iglesia.
Comentó lo que implicaba la opción por los pobres y recalcó que él y su grupo se mantenían al margen de la militancia política porque creían que esa era la forma de trabajar en el barrio como religiosos, pero rescató el lugar y la importancia que tenía el peronismo en el barrio. Reflexionó sobre la lucha armada. Cuando se enteró del asesinato de los curas palotinos y de los curas de La Rioja comenzaron a sentirse observados y perseguidos.
El 3 de agosto de 1976 los fueron a buscar a la casa donde vivían en Bº Los Alemanes. Narró cómo fue el operativo y que de allí los llevaron al D2. Contó el lugar donde estuvieron detenidos y sobre qué cosas le preguntaban cuando lo interrogaban. Recordó como fueron los días en el ex D2 y que estando detenidos allí le sacaron una foto.
Del D2 los trasladaron a la Penitenciaria Nº1 en barrio San Martin. Contó, sin dar el nombre, de una persona que él conocía y que era el que le avisaba a su familia como estaba y si lo trasladaban.

TERCERA PARTE
Estando en la cárcel de San Martin se enteró del asesinato de Monseñor Angelelli. De allí los sacaron un día y los llevan a la cárcel de Encausados, al pabellón 3. Recordó la sensación de miedo que tenía.
Habló de la resistencia en la cárcel, las cosas que hacían para pasar los días y para no volverse locos. Rescató la relación con los presos comunes.
Un día lo sacaron de la cárcel, el señaló una colcha que tenía para que lo identificaran. Lo trasladaron sólo a un lugar que él después se dio cuenta que era La Perla. Estaba vendado. Cuando llegó a La Perla, lo empujaron y lo hicieron entrar a la cuadra. Recordó que al lado de él había una chica, pero no sabe quién era.
Un día lo llevaron a una pieza y lo torturaron. También recordó que lo llevaron a una celda. El hombre que lo interrogaba era alguien a quién lo llamaban “el cura” que según él estaba muy formado en teología. Reflexionó sobre lo que él vivo en La Perla.
De allí lo trasladaron a Encausado desde donde le dieron la libertad
Señaló que en su caso la jerarquía eclesiástica no hizo nada para ayudarlos. Para él, el provincial de su orden sabía bien que estaba pasando. Su orden sólo recurrió a la embajada de Estados Unidos y a través de ella es que logran que los liberen, porque la misma reclamaba por Santiago Weeks.
Los representantes de la orden en Argentina les gestionaron una visa para que salgan a Estados Unidos. Recordó el operativo que montaron el día que le dieron la libertad, principalmente en la casa de sus padres. Esto afectó mucho a sus padres y nunca hablaron de este tema con él.
Relató el exilio en Estados Unidos y los por menores en relación con los representantes de la orden en este país y con el Estado.
En Estado Unidos los mandaron a vivir en un pueblo alejado. Analizó que la orden se portó muy mal con ellos. Recordó que lo único que hacía era estudiar inglés y tomar alcohol.
Al año decidió que se iba de la orden y emprendió su vida en otro lugar.
Recordó que antes de irse a Estados Unidos los mandaron a despedirse del obispo Primatesta. Contó sobre cómo fue esa audiencia.
Reflexionó sobre la iglesia que a él le gustaría y hace un balance de la relación de esta institución y el terrorismo de Estado.