Por una parte, implica una decisión política-institucional: la de priorizar la palabra de las víctimas, los familiares, los
sobrevivientes, en relación a la construcción de Memorias sobre el pasado reciente. Además, está íntimamente relacionada con
la necesidad de reconocer la funcionalidad de los espacios que funcionaron como CCD.
Pero por otra parte, los relatos orales aportan a la diversidad de fuentes y soportes que integran el Fondo del APM, documentos que
en muchos casos se apoyan, refuerzan, discuten sobre las diferentes visiones de lo sucedido.
En el Archivo Provincial de la Memoria la palabra de los que por allí pasaron como detenidos ilegales y legales es central en el
sentido que nos permiten resignificar completamente el espacio. Aquí Memoria y espacialidad constituyen un lazo indisoluble que
contribuye a la construcción de un relato que da cuenta de lo que fue el “ex D2” y que lo constituye hoy en un espacio de
Memoria. Por ello, los ex Centros Clandestinos de Detención no hablan necesariamente por sí solos, sino a través de los
contenidos que estos relatos le imprimen. Estas dimensiones ESPACIO-TESTIMONIO también generan fuertes disputas y conflictividad
entre las Memorias.
A medida que el proyecto fue desarrollándose, los relatos fueron creciendo y con ellos fueron diversificándose la multiplicidad
de actores que aportaron sus experiencias en este espacio. Así no sólo nos circunscribimos a los detenidos políticos sino que
los recuerdos de sindicalistas, estudiantes, artistas, intelectuales, homosexuales construyen nuevos sentidos y resignificaciones
sobre al funcionamiento de este ex CCD y aportan nuevas miradas sobre la historia local.