"La casa de los tíos". Entrevista a Veronica Rossi, directora y guionista de la película.

“A la juventud no se la mata”. La entrada de Mariano a la familia estuvo marcada por la tragedia. Era un bebé cuando asesinaron a sus primos militantes a comienzos de los 70 en Argentina. En este contexto, la casa de los tíos Hilda y Miguel, existió en el vaivén de refugio amoroso y dolor ante la ausencia de los primos. Cuando Hilda muere, el lugar queda cerrado y abandonado. Ocho años después Mariano emprende el proceso de vaciar la casa, la última tarea. Un sacrilegio y una liberación. Su propio vaivén entre recuerdos y fantasmas. Sus ojos de niño fueron testigos de la lucha de sus tíos, de la resistencia ante todo lo inhumano que desplegó una época en el país, preludio de lo que luego fue la última dictadura militar. Ahora, son los hijos pequeños de Mariano, los testigos del camino que deberá cumplir para resolver el destino final de la historia que guarda la casa.

 

El viernes 2 de septiembre, a las 19hs. se estrena en el Archivo Provincial de la Memoria el documental “La casa de los tíos”. 
Conversamos con Verónica Rossi acerca del proceso de producción y realización de esta película, que combina destreza narrativa, afectos familiares y una íntima construcción visual en cada escena y cada plano de un documental que “se fue construyendo mientras se estaba haciendo”.

 

El inicio
En el proceso lo que pasó es que nos habíamos propuesto hacer un documental, digamos la ejecución del documental es una situación posterior. Nosotros decidimos viajar en febrero del 2018 a hacer toda esa gestión de vaciar la casa y con todo lo que eso emocionalmente traía para Mariano principalmente porque es el que tenía los recuerdos de toda su infancia y su adolescencia en esa casa. Y entonces bueno, preparamos ese viaje, que fue bastante duro. Tres días antes de viajar un amigo que es director de cine me dice: “¿por qué no te llevas una cámara?”;  “no estás loco vos, no sabemos con qué nos vamos a encontrar”. Es una casa que está cerrada hace 8 años. Mariano está muy nervioso con toda esa situación. A veces estaba como contento por la tarea que tenía que hacer, que él quería  hacer y otros momentos estaba muy angustiado. “No, no, no, no”, le digo. Pero bueno la cosa que el día antes de viajar le pido una cámara prestada a mi hermano, así como de atrevida, digamos. Lo que pasó es que cuando Mariano entra y abre por primera vez la puerta de la casa después de 8 años de, ahí fue que empezó todo. En ese primer recorrido,que es el que sale en el documental, de esa casa cerrada y hasta el momento en que él llega al patio y se pierde entre la maleza del patio, porque la maleza era más alta que él, eso ya fue como una pequeña escena que fue como ¡bueno, wow! o sea, acá puede haber algo, pero claro, no íbamos ni con los medios de producción. Estábamos los cuatro solos, los chicos y nosotros dos y yo lo único que tenía era la cámara. Después empezó medio como un juego, yo grababa todo lo que podía mientras iba sucediendo lo que tocaba suceder: llegábamos a la mañana y estábamos nosotros cuatro, los chicos se quedaban afuera jugaban recorrían miraban cosas. Mariano iba sacando cosas y yo estaba medio ahí dando vueltas.Después empezaban a llegar los vecinos y gente del Parque de la Memoria del Río Ceballos y ellos fueron los que con esa presencia y con una pregunta muy clara que nosotros realmente hasta ese momento no habíamos pensado: ¿qué van a hacer con todo eso que hay allá dentro de material histórico?, “Eso no se puede perder”, nos dijeron. No era que nosotros lo fuéramos a tirar, pero no teníamos esa dimensión. Faltó que alguien pusiera esta pregunta como para decir “claro, es verdad, o sea, esto es que tiene un valor histórico muy importante y con esto hay que hacer algo”. Entonces como que la idea de hacer un documental se fue construyendo mientras se estaba haciendo el documental. Al mismo tiempo, yo no sabía si lo que estaba generando de cantidad de imágenes podía llegar a formar parte de un documental, eso fue después cuando volvimos a Rosario y miro toda esa cantidad de imágenes. Ahí nos dimos cuenta de que sí que había una posibilidad de contar una historia. Y empezamos a buscarle la vuelta para generar ese material que faltaba, porque claro, o sea, no solamente no había guión, o sea, todo se fue como encontrando así en el camino, por momentos intuitiva, por momentos espontánea y por momentos era lo que podíamos hacer hasta donde llegábamos. 

Los archivos familiares
Mientras estábamos en Río Ceballos, mientras estábamos grabando eran todas situaciones que no tenían un orden, ni siquiera el documental tenía un orden, era como que en un punto nos dejábamos llevar. Ahí iba yo, atrás con la cámara, tratando de grabar algo. Mariano lo mismo, entre medio de las cajas que sacaba y encontraba cosas que él no sabía que estaban ahí, o sea, no es que él iba a buscar algo que sabía que estaba guardado. Mariano no sabía que estaban las cartas de Migue desde Rawson, que la tía guardaba tickets de viajes a Rawson; tickets del hotel de donde habían parado, de algo que habían comprado. Todo el tema de papeles de los certificados de defunción, o sea, había muchísimo material. La decisión de donarlos al Archivo de la Memoria surge al tomar conciencia de que todos estos elementos que encontramos formaban parte de algo que era más grande que nosotros como familia. Surge como esa idea de lo colectivo y de ofrecerlo para que cualquier otra persona pudiera visitar esos materiales, revisar, estudiar. Hay dos cartas del tío que las leíamos nosotros y no lográbamos tener la dimensión del momento histórico, no era que no teníamos ni idea, pero no había como una comprensión profunda de esas cartas, entonces se la llevé a un historiadora que estudia justo ese período de la historia del país, estudia desde el 68, desde el Cordobazo hasta el 73. Ella nos dicen “que no quede guardado en un cajón de la casa de ustedes son documentos muy importantes para entender el momento, para entender el recorrido que había hecho el tío y por qué llega a escribir lo que escribe que es la carta que le escribe a Obregón Cano. Cada contacto que nosotros hacíamos nos llevaba a la idea de que esos documentos no tenían que ser algo que esté encerrado. O sea, pasar de estar en la casa de los tíos,a pasar a estar en nuestra casa, no tenía sentido hacer ese traslado. Y desde ahí surge la idea al Archivo de Córdoba porque los tíos vivían en Córdoba. Nos parecía que era el lugar indicado y que las personas puedan tener acceso a ese material. Que la historia no se termine en función de un documental. El documental es una excusa, la donación al Archivo es otra excusa. Acá lo que me parece que tenemos es el compromiso de mantener la historia en movimiento, que no quede guardada en un lugar.

El proceso
Mi profesión es ser montadora y a lo que más me dedico es a montar documentales. Nunca había dirigido nada, este es mi primer documental como directora y también estuve como montadora. El proceso es totalmente diferente y fue durísimo. Fue creo que lo más duro que hice, no solamente por el hecho de tener que dirigir sino también porque había muy poca distancia. Yo intentaba armar distancia, pero mis hijos, eran mis hijos; mi compañero, era mi compañero, los tíos forman parte de mi familia. O sea no había nada de distancia y entonces fue un proceso muy laborioso y fue durísimo. Y Estaba todo mezclado, vamos a grabar y a montar, a ir a buscar a los chicos a la escuela y al supermercado… Todo eso formando un combo, vivíamos adentro del documental. El documental estaba pegado a la heladera. Nos llevo más de cuatro años hacerlo. Yo nunca pensé que íbamos a estar tanto tiempo haciéndolo. Pues yo realmente quería terminarlo mucho antes, pero después me di cuenta, o sea, ahora  pensando que ya está terminado y que ya lleva un tiempo terminado, es muy importante el transcurso del tiempo en el tema del armado de un documental, o sea es un proceso muy laborioso.
Yo creo que si hubiera habido gente haciendo cámara, gente haciendo sonido y todo eso, no hubiera sido lo mismo entonces esos momentos de intimidad fueron momentos, que a lo largo de poder ir consolidando la mirada sobre el documental lo fuimos como cada vez protegiendo más y por ahí me parece que es donde está lo más rico del documental.

El documental
Trabajar para darle la mayor circulación posible, o sea llevar público a un documental que trata los 70 en Argentina es más difícil todavía porque hay muchísimos documentales que abarcan ese período. Yo creo que nuestra propuesta, apunta, o por lo menos es la pregunta que me hacía yo mientras estaba con la cámara en la mano grabando cosas era ¿por qué estoy yo acá?. Lo que yo sentía era que, nosotros tuviéramos ahí era una consecuencia, que mis hijos estuvieran ahí. Como que no hay medida en las consecuencias de un suceso histórico. Cuando tirás una piedra a un charco de agua y empieza a hacer onda, esas ondas en algún momento te alcanzan y la historia o un suceso histórico específico que a lo mejor lo ves en un libro o ahora que se conmemoran los 50 años, es eso y es todo lo que generó alrededor que no tenemos ni idea. Son réplicas y réplicas de un suceso histórico que pasan 50, 70, 100 años y va a seguir estando porque mis hijos ya están atravesados por ese suceso histórico. Eso me parece impresionante O sea, tener la cuestión práctica adelante que fue bueno, hay que ir a vaciar esa casa, hay que ir a vaciar esa casa porque lo que debería haber sido naturalmente, que van los hijos o van los nietos no existieron, por eso estamos nosotros ahí, porque no existió la continuidad natural de una familia. Poder contar eso con nuestros medios digamos a mí me parecía que estaba bueno.

Los Polti

Ellos vivían en Morteros y decidieron comprar esa casa en Río Ceballos como una casa de veraneo. Ahí se reunía toda la familia, fue una familia muy unida, en la expresión grande de la familia. Iban los hermanos de Hilda, el hermano de Miguel. Era un lugar muy querido por toda la familia, más allá del matrimonio y los dos hijos, iban amigos. Cuando sucede la muerte de Pepe, ellos seguían viviendo en Morteros. Los chicos ya se habían trasladado a Córdoba a estudiar y ellos tenían esa casa de Río Ceballos pensando en algún momento trasladarse ahí porque les quedaba más cerca de Córdoba.  Para estar más cerca de los hijos, digamos. Cuando sucede lo de Migue enTrelew, lo que pasó en Morteros es que se hizo muy difícil para los tíos sostener la vida en el pueblo donde se había producido como una división. Estaban los que entendían, lo que había pasado por lo mismo y los que quizás no tanto, entonces bueno. Esas diferencias generarían mucha tensión en la convivencia en el pueblo y entonces ellos, después de lo de Migue, deciden trasladarse a Río Ceballos y entonces ya no vuelven a vivir más a Morteros. Se trasladaron y esa casa de Río Ceballos funcionó después de la pérdida de los chicos como un centro familiar, donde la familia se acercó a los tíos como una forma de arroparlos, de abrazarlos. Era una casa donde siempre había mucho movimiento de gente, los vecinos iban mucho, los amigos iban a visitar a los tíos. O sea, no fue una casa que haya quedado sola y triste, es una casa que hizo todo el tiempo el intento por permanecer abierta para los amigos, para la familia, entonces esa casa era  muy simbólica, no? El apego de Mariano con esa casa no es un una cuestión de paredes, ni de techo, es lo que esa casa significó para Mariano que es el más chiquito de la familia y tiene ese peso en la vida de alguien que pudo disfrutar de un lugar así. Fue un lugar amoroso a pesar de la tragedia. Nos daba mucha pena que esa casa estuviera vacía, sola y ahora que haya gente viviendo ahí, que otras personas pueden construir su vida ahí adentro es una forma de decir “bueno y acá estamos y acá seguimos y y continuamos” partiendo de la convicción y de la conciencia de que estamos hablando de una generación que fue diezmada. 

 

La familia Polti, como otras tantas familias argentinas, fueron victimas del terrorismo de estado y sufrieron el asesinato de ambos de sus hijos: José Alberto y Miguel Angel. Oriundos de Morteros, localidad del noreste cordobés donde Polti padre tuvo una reconocida actividad politica.  

 

 

Miguel Ángel nació el 11 de julio de 1951 en Morteros, provincia de Córdoba. Hijo de Hilda Elsa Ravier y Miguel Angel. Hermano menor de José Alberto. Se mudó a vivir a Córdoba, donde comenzó a estudiar la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Militaba en el  Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Fue detenido  el 3 de julio de 1971 en el Hospital Rawson de la ciudad de Córdoba. El 22 de agosto de 1972, junto a 15 prisioneros, fue asesinado en la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew, provincia de Chubut, tras un intento de fuga. Los responsables de su crimen fueron juzgados y condenados. Tenía 21 años.

José nació el 17 de octubre de 1949 en Morteros, provincia de Córdoba. Hijo de Hilda Elsa Ravier y Miguel Angel. Hermano mayor de Miguel Angel. Cursó el secundario en el colegio Nacional Mixto de esa localidad y lo completó en el Instituto de Enseñanza Oficial "Manuel Belgrano" de Brinkmann, egresando en 1966 con el título de maestro normal.En 1967, se mudó a vivir a Córdoba, donde ingresó a la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y cursó hasta 1970. Mientras cursaba su segundo año de Medicina, fue protagonista de la protesta conocida como "El Cordobazo" el 29 de mayo de 1969.  "Pepe", como le decían sus compañeros, militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Estaba de novio con Elma Viale.