Esta sala es un homenaje y un reconocimiento a las personas que pasaron por este campo y que aún continúan desaparecidas. Es también una invitación a participar en la construcción de sus historias de vida. Esta muestra forma parte del Museo de Sitio del Espacio para la Memoria La Perla.
Los civiles y militares responsables de la dictadura militar consideraron “enemigos” a todos aquellos que, desde su punto de vista, eran “delincuentes subversivos”. Esa definición abstracta, amplia e imprecisa, incluía a gran parte de la sociedad. Así es que en La Perla desparecieron hombres y mujeres; niños, jóvenes y ancianos; personas de clase baja, media y alta; estudiantes, obreros, profesionales, artistas, intelectuales, religiosos, policías y conscriptos; militantes sindicales, políticos y estudiantiles.
La metodología de la desaparición de personas, que implicó en miles de casos una muerte anónima y el ocultamiento de los cuerpos, dejó profundas heridas en nuestra sociedad. Esta sala busca re-presentar a esas personas que continúan ausentes de sus familias, lugares de trabajo, colegios, universidades, sindicatos, barrios o comunidades religiosas. Dolorosas ausencias de sonrisas, enojos, voces y miradas, que fueron arrancadas durante la ejecución del genocidio implementado en nuestro país.
Los represores, buscando justificar lo injustificable, aducían que todos a quienes secuestraban, torturaban y desaparecían “atentaban contra la civilización occidental y cristiana”. Lo cierto es que muchas de las víctimas de este Centro Clandestino de Exterminio participaban de organizaciones con diferentes creencias e ideologías. Podemos encontrar a peronistas, comunistas, cristianos, anarquistas, ateos, socialistas, judíos, trotskistas, radicales, e independientes. Hombres y mujeres comunes que, con sus aciertos y errores, con miradas y con formas diferentes de participar y de luchar, habían decidido ser protagonistas de su tiempo movidos por una voluntad de cambio social que se pretendió desaparecer para siempre.
El espacio Presentes es a la vez un homenaje y una invitación a conocer, a sentir y, sobre todo, a participar en la construcción estas historias que ya son parte de la historia de todo nuestro pueblo. Recordar quiénes fueron las 2500 personas que pasaron por La Perla, es un ejercicio de memorias en el que todos podemos aportar. Aún faltan cientos de historias por contar y descubrir.