“¿La memoria de qué se intenta fortalecer, o recuperar, o construir? En el centro, sin duda, existe un hecho históricamente reconocible: la dictadura”. Héctor Schmucler.
Los medios de comunicación trabajan con acontecimientos de actualidad, pero también hacen uso del pasado, tanto para explicar hechos del presente como para recordarnos acontecimientos que tienen una especial importancia para la sociedad en la actualidad. En este último caso actuando sobre la memoria colectiva y reconstruyendo la historia a través de sus discursos mediático.
“El periodismo produce las noticias que construyen una parte de la realidad social, y que posibilita a los individuos el conocimiento del mundo al que no pueden acceder de manera directa. El producto de su trabajo multiplica y naturaliza gran parte de los discursos en circulación en las sociedades” (Martini, 2000). En tiempos de la última dictadura militar, el Estado, además de controlar y vigilar a las personas, desplegó su aparato represivo sobre la producción y circulación de los discursos.
En octubre de 1976, el Ministerio del Interior de la Nación a cargo del General Albano Harguindeguy envió a las gobernaciones un mensaje de carácter “Secreto” y “Muy Urgente”: El radiograma 11267, que instaba a los gobernadores a que “impartan instrucciones a organismos pertinentes de esa provincia, a efectos que en toda referencia a la subversión se empleen los términos ‘delincuencia subversiva’ ‘terrorismo’ ‘criminales’ y no utilizar por razones psicológicas obvias, las expresiones de ‘guerrilla’, ‘guerrillero’, u ‘organizaciones armadas’.” El Ministerio del Interior también se encargaba, por aquellos años de plomo, del control cultural: la censura sistemática a la prensa, la vigilancia y prohibición de la producción editorial de toda índole, del cine, de la música, etc. En Córdoba, el Ministro de Gobierno puesto por la intervención militar, Coronel Miguel Ángel Marini, solicitó a su Secretario de Estado de Seguridad, Juan Ignacio Bas que tome cartas en el asunto. Este último, en el memorando del 2 de marzo de 1977, comunicó a Marini su plan de acción, entendiendo que la mejor manera de “imponer la decisión” a los responsables de la prensa, era generar una norma provincial que “prohíba el empleo de dicha terminología (…) fundando a tales fines en la necesidad de llevar paz a los espíritus de nuestros habitantes”. El Coronel Bas argumenta que no debe dejarse este asunto librado a la simple voluntad de los directores de los diarios y las radios ya que “no causaría mayor estrépito”. (Ver nota completa en pág. 4 de la sección “Desarchivando el pasado” del Diario de la Memoria Nº 2// http://www.apm.gov.ar/…/…/Diario%20de%20la%20Memoria%202.pdf).
Desde el APM entendemos que la comunicación y la memoria no son libertinajes y vicios de la democracia, sino la condición de su funcionamiento. Históricamente los poderosos de la comunicación buscaron eliminar los tiempos y las distancias, evocando la instantaneidad, la simultaneidad y la velocidad. Estos días que corren muestran que, al contrario, se hace urgente volver a encontrar tiempos y distancias de reflexión, esos que necesitan la memoria y la comunicación para poder realizarse. Necesitamos volver a las palabras responsablemente para que emerjan nuevos gérmenes de prácticas comunicacionales que tiñan todo el debate político.
Un debate fundamental en la democracia argentina desde el 83 es la intervención de la política sobre el sistema de medios. En este camino en los últimos años al debate sobre la propiedad privada de los medios y las intervenciones del Estado, se debió hacer ingresar un tercer elemento: la comunicación como derecho social, como “posibilidad de hablar, de expresarse”, a través del cual democráticamente la ciudadanía intervino en la definición de políticas públicas de su sistema de medios. Y es allí donde la comunicación se apoya en la memoria, en los trabajos y las luchas que hombres y mujeres de toda América Latina. Y hoy, frente a una nueva coyuntura de conflictos es nuestra responsabilidad defender las conquistas, batallarla todos los días.
La comunicación nos lleva a la memoria, a la historia, “al escucha”, “al narrador” como figura que se construye en el narrar el estado de las cosas presentes o pretéritas.
Los documentos que acompañan esta nota pertenecen al acervo del Archivo Provincial de la Memoria y ya fueron publicados en El Diario del Memoria Nº 2: http://www.apm.gov.ar/em/el-diario-de-la-memoria