A partir del 24 de marzo el Espacio para la Memoria La Perla pone a disposición del público un álbum que recopila los dibujos que el arquitecto y sobreviviente de este ex centro clandestino de detención elaboró como forma de testimoniar.
“Comencé a dibujar sobre La Perla para fijar principalmente las características del espacio, siempre de memoria. De hecho, si no me equivoco, el primero de los dibujos fue un plano de La Perla. Fue hecho tal vez dos años antes de la visita que hice con la CoNaDep, y describe el edificio perfectamente, con las proporciones y escalas correctas.”
Gustavo Contepomi estuvo secuestrado entre 1976 y 1977 en La Perla. Los dibujos que exhibe este álbum son ya paradigmáticos en las formas de imaginar lo que fue uno de los centros clandestinos de detención más emblemáticos del país. Por su precisión y realismo los dibujos publicados en el libro Sobrevivientes de La Perla (en coautoría con Patricia Astelarra) en 1984, han sido uno de los más elocuentes testimonios gráficos sobre este campo de concentración. Hasta que en 2009 La Perla se transformara en Espacio de Memorias, volviéndose un patrimonio de la ciudadanía en general, esos dibujos –entre otros- fueron lo único que devolvió una imagen a un lugar inaccesible y prohibido.
El álbum consta de tres series de dibujos, mapas y croquis elaborados con diferentes propósitos a lo largo de casi cuarenta años y de fragmentos de entrevistas realizadas al autor en torno a ellos. Pero la riqueza de esta colección no se agota en su –por otra parte imprescindible- aporte testimonial en tanto modos de representar con exactitud los espacios y ubicación del campo. Los dibujos también ofrecen impactantes escenas de la experiencia concentracionaria; escenas que permiten expresar y hacen imaginar para así, comprender.
“... la crudeza de algunas imágenes, creo que es la misma que se desprende de nuestros relatos, lo que sucede es que las imágenes, aun las no muy buenas, suelen ser mas potentes que aquellos, por más bien escritos que estén. Vivimos en una época signada por la comunicación visual, en ese contexto hay que confiar en la capacidad de la gente para asimilar lo que sucedió: el Estado mas corrupto de nuestra historia moderna, argumentando razones ideológicas y políticas, otorgó total impunidad a unas personas, sus funcionarios convertidos en delincuentes, para que hagan un daño sin limites a otras personas reducidas a una total indefensión.”
Se ha dicho muchas veces que lo vivido en los campos de concentración resulta inenarrable, inimaginable, incomprensible. Pese a todas las dificultades para elaborar estas imágenes, pese a que contemplarlas nos confronta con el horror, ellas emergen para comunicar la deshumanización de la experiencia concentracionaria. La capacidad de “imaginar”, de inscribir en una imagen lo vivido, aparece no sólo como posible, sino como necesaria para los sobrevivientes.
Entonces, si los prisioneros lograron arrebatarle una imagen al campo corriendo enormes riesgos, si pudieron fijarla, si hicieron enormes esfuerzos para que llegara a una sociedad que las consideraría “increíbles”, no podemos apelar a lo inimaginable. Publicar estos dibujos constituye así un intento de imaginar, para a partir de allí proyectar nuevos sentidos y reflexiones en torno a nuestro pasado reciente.