Presentamos la colección de postales “Identidades Encontradas. De ciudad de las Artes al Batallón 141”. Una producción fotográfica realizada por docentes y estudiantes de tercer año de la Escuela Superior de Artes Aplicadas “Lino Enea Spilimbergo”.
“Hace poco más de diez años se inauguraba la Ciudad de las Artes en parte de lo que fuera el predio del Destacamento de Inteligencia en Córdoba. Desde entonces las escuelas de artes de la provincia residimos en este predio casi sin conocimiento de su historia previa.
En el año de la sentencia de la Megacausa La Perla – Campo de la Ribera y de la conmemoración de los 40 años del golpe presentamos “Identidades Encontradas”. Es el resultado de una experiencia pedagógica donde desde el taller de Práctica en Fotografía Publicitaria y el taller de Práctica en Fotografía Documental articulamos dos tradiciones discursivas, estéticas y profesionales para producir sentidos en torno a la tarea de educación artística que hoy tiene el espacio y que en la dictadura fuera la sede de la planificación sistemática del terror.
Seguimos imaginando maneras de transitar los espacios que cotidianamente habitamos, y al habitar construimos, con la premisa fundamental que la identidad de nuestras instituciones es un terreno de disputa y de construcción colectiva, sedimento del trabajo continuo y cotidiano de todos los que participamos de esta comunidad”. (Texto presentación de la Colección)
Esta producción estuvo coordinada por las profesoras Natalia Pittau (Taller de Práctica en Fotografía Publicitaria), Alicia Cáceres (Taller de Práctica en Fotografía Documental) y los profesores adscriptos: Alejandra Beltrán, Fernando Bordón, Carolina Iparraguirre, Jorge Ramacciotti e Iván Tumas.
La Colección de postales "Identidades Encontradas" se puede descargar AQUÍ
Una experiencia pedagógica desde el arte sobre construcción de memorias.
Entrevista a Alicia Cáceres, docente del Taller Práctica en Fotografía Documental
- ¿Cómo surge esta propuesta?
- Esta colección de postales se enmarca en el trabajo conjunto entre dos talleres de tercer año de la carrera de Fotografía, Taller de Práctica en Fotografía Publicitaria y Taller de Práctica en Fotografía Documental, a partir de una articulación de prácticos que tiene como eje “la pertenencia institucional”. Una articulación que propone un punto de encuentro entre dos tradiciones que tienen claves estéticas, narrativas y políticas muy distintas.
La primera experiencia surge hace como tres años en un momento en que hubo muchos robos en la escuela y que se empezó a discutir sobre la seguridad. El director nos pidió que lo pusiéramos en discusión en las aulas. Con Natalia propusimos ponerlo en juego desde un trabajo conjunto abordando esta discusión desde la idea de la pertenencia institucional, porque nos parecía que estaba bueno trabajar que la seguridad te la da la pertenencia a una institución y no poner una alarma en la entrada. Ahí surgieron trabajos que estuvieron muy buenos. Después seguimos articulando los dos talleres desde este eje, pero no ya para abordar la discusión sobre seguridad, sino desde otras propuestas como la de promocionar las carreras de la escuela.
Este año decidimos abordar el eje pero desde las memorias del espacio que habitamos. Cuando nos trasladaron como escuela a Ciudad de las Artes entramos a una maqueta del edificio nuevo sin ninguna apropiación de ese espacio. Ni la escuela ni Ciudad de las Artes han tenido una tradición institucional de recuperación de las memorias sobre el espacio. Los chicos cursan toda la carrera sin saber que ahí funcionaba inteligencia de la dictadura. Entonces, este año en el marco de cumplirse los 40 años del Golpe, decidimos para trabajar el eje pertenencia institucional, abordar la historia particular de Ciudad de las Artes que está emplazada en donde funcionó el Batallón 141, cerebro del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar.
La propuesta consistió en poder complejizar la lectura del espacio propio desde el recorrido por los espacios de memoria que existen en Córdoba, particularmente reflexionando sobre los usos de las imágenes que se hace en esos sitios, para pensarnos como habitantes de un espacio con historia. Con una historia que no es sólo la institucional, la de una escuela que durante mucho tiempo no tuvo un edificio propio, sino también la del predio al que se mudó, que tiene una historia propia que hay que poner diálogo. Siempre nos resultó una metáfora bastante perversa poner las escuelas de artes de la provincia en un lugar donde había funcionado la sistematicidad del terror de la dictadura en Argentina, y que este origen nunca se recupere. Esa historia queda silenciada, invisibilizada. Pensaba como contraste, como imagen por oposición, en el Moncada en Cuba. Ahí funciona una escuela y hay una parte que es museo que tiene hasta los huecos de las balas de cuando fue el asalto al cuartel. Cuando entrás a la escuela hay un tremendo cartel que dice algo así como "El Moncada donde empezó la Revolución...". Un chico que cruza la puerta ya tiene la historia encima. Y acá, los chicos cursan durante tres años seguidos, y no hay nada que le levante una sola sospecha. Por eso para nosotros la propuesta tenía que ver con pensar de qué modo los espacios aparecen con sus historias y uno puede decir algo sobre esas historias.
- ¿Cómo fue el proceso de producción de la Colección?
- Muchos chicos no tenían registro ni siquiera de la existencia de los espacios de memoria como instituciones, mucho menos de la historia previa del predio de Ciudad de las Artes. Entonces nos pareció acertado un trabajo articulado con los Espacios de Memoria en diferentes instancias: una jornada en La Perla que comenzó con un recorrido educativo y finalizó con una serie de charlas con diferentes fotógrafos y colectivos que han trabajado sobre memoria y derechos humanos; un relevamiento en el Archivo Provincial de la Memoria sobre las diferentes muestra de ese sitio, y una charla en el aula sobre las diferentes capas de memoria en Campo de la Ribera y cómo éstas se trabajan desde el solapamiento entre lo educativo, el espacio de memoria y el barrio. Todo este recorrido que hicimos nos pareció bien potente para pensar la escuela que somos y sus memorias que no tienen reconocimiento institucional como políticas de memorias. Si uno lo pensara en el plano del deseo, a largo plazo el desafío es disputar la memoria institucionalizada en Ciudad de las Artes.
También se les propuso dos tipos de relevamiento, uno sobre los distintos usos de las imágenes que se hacen en las muestras de los sitios de memoria, y una indagación fotográfica de Ciudad de las Artes/ex batallón 141, bajo la premisa “Centro de inteligencia y persecución 70’/ Espacio de expresiones artísticas desde 2005”. Esta indagación se planteó como una primera aproximación más exploratoria para recorrer con "otros ojos" el espacio que habitan desde hace dos años.
Este proceso tuvo diferentes instancias de reflexión - producción que resultaron muy productivas. Recién a partir de ahí comenzamos a pensar las postales como síntesis de dos ejes de abordaje: Habitar los espacios y la construcción de memorias, esto es: qué trae consigo los espacios que habitamos y qué podemos pensar más propositivamente hacia futuro. A partir de las diferentes puestas en común colectivas sobre los trabajos de los grupos se pudieron complejizar las resoluciones posibles y se afinaron los sentidos que como fotógrafos planteaban transmitir.
Sostener este tipo de práctica fotográfica, como fue la colección de postales, le da una materialidad a la producción que trasciende el aula y el tiempo puntual de desarrollo de la experiencia. Como experiencia pedagógica fue hermosa, con todos los matices, porque permitió que funcione el conjunto, efectivamente permitió la multiplicidad de modos de implicarse de subjetividades distintas, con una producción que tuvo una instancia individual y una colectiva. Por un lado pudo contener la heterogeneidad del grupo y también permitió el desarrollo de los requerimientos de la educación formal al poder incluirse como una actividad planificada curricular.
Después de la experiencia de este año, más que seguir trabajando sobre la idea de pertenencia institucional queremos trabajar sobre el eje memorias. El desafío es cómo hacer nuevos planteos para no repetir los abordajes, pensar la construcción de memorias afinando los ejes específicos cada año.
- ¿Por qué asumir un proceso de este tipo como docente?
- Eso tiene que ver con una mirada de lo educativo, con qué sentidos sociales se ponen en juego contenidos curriculares. Pensar que las categorías de los contenidos curriculares hacen sentido en las prácticas sociales de las que uno puede participar, conocer o aproximarse. Mi interés en los espacios curriculares donde estoy, mi rol en el aula, tiene que ver con cuál es la dimensión de interpelación de la propia subjetividad que genera la trayectoria escolar, qué instancias de reflexión uno puede promover sobre el modo en que se elige ser fotógrafo en la sociedad en la uno vive. A través de la experiencia educativa uno puede pensar de distintos modos sus múltiples prácticas sociales. Nosotros empezamos a pensar qué pasa si para entrar al aula debemos pasar por una alarma para ver si no me estoy robando una compu, hasta pensar que cuando uno habita un espacio del que desconoce su historia esta habitando parcialmente o superficialmente ese espacio. Esta práctica suma a tratar de interpelar, de que uno pueda pensarse políticamente como sujeto desde su lugar profesional, lo educativo anclado a qué tipo de profesional y qué tipo de ciudadano quiere ser.
Tiene que ver con lo que uno como docente considera que es lo más trascendente de ese encuentro con el otro en el aula, que te sepas todas las categorías que figuran en el programa o que esas categorías hagan sentido en tu propia subjetividad. Eso es lo que uno busca con este tipo de experiencias, qué procesos uno puede generar en el otro y en uno. Porque no es igual el aula cuando se está terminando este tipo de procesos, con las distancias y con los afectos que se ponen en juego. Nunca terminas igual a cuando empezaste.