“…Estamos hablando del setenta y cinco, setenta y seis, ¿sabe lo que eran esos años?, y ella ahí, en el diario, haciéndose la que pensaba de otra manera, saliendo a esas horas a la calle, cuando uno no sabía con qué se iba a encontrar a la vuelta de la esquina" (María Teresa Andruetto "La mujer en cuestión").
La novela refleja las miradas con las que las mujeres de los años 70 tuvieron que lidiar cuando se convirtieron en protagonistas y pusieron en acción la ruptura del modelo de mujer imperante, para comenzar a transitar la vida haciendo elecciones y participando en espacios antes negados. Mujeres en las universidades, en las fábricas, en organizaciones políticas.
Durante la década de los `70, en Córdoba comenzaron a hacerse visibles las demandas de lo que hoy conocemos a nivel mundial como la Segunda ola feminista.
Estas mujeres –muchas de ellas nacidas entre las décadas de los ’40 y ’50- fueron hijas de un proceso de reivindicaciones que en Argentina se materializó con el derecho al voto femenino en 1947, concretando la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres.
Decidir sobre los modos de amar, terminar con sistemas económicos y políticos de desigualdad, concretar igualdades civiles, sobre derechos reproductivos, por ejemplo, fueron algunas de las ideas que movilizaban a las mujeres que en el mundo entero se organizaron para instalar temas que ampliaron la noción de derechos.
La organización desde el espacio privado para apoyar las barricadas del Cordobazo, vestir la mini falda como símbolo de libertad, las tomas de fábricas, las disputas de las estructuras jerárquicas en partidos y organizaciones político-militares y sindicales, las rondas de la resistencia a la dictadura, fueron algunas de las acciones que produjeron las mujeres conquistando un posicionamiento político fundamental.
En este contexto, la última dictadura acrecentó la violencia y la represión que se ejercieron indiscriminadamente contra hombres, niños y mujeres. Dentro del prototipo de “enemigo” que los militares habían construido, existían miradas particulares sobre las mujeres militantes, sus cuerpos y también su maternidad. Sostenían que estas mujeres, que habían desafiado los mandatos establecidos, no merecían tener hijos. La agresión y violencia sexual sobre éstas no tuvo límites.
En su libro “Poder y Desaparición”, Pilar Calveiro, hace referencia a la construcción del “otro”, enemigo que los militares necesitaron para activar su lógica represiva. En esta construcción, Calveiro afirma que, las mujeres eran vistas como aquellas que “…ostentaban una enorme liberalidad sexual, eran malas amas de casa, malas madres, malas esposas y particularmente crueles. Eran dominantes y tendían a involucrarse con hombres menores que ellas.” Estas calificaciones negativas, se trasladaron a las prácticas represivas desarrolladas en los centros clandestinos de detención y en las caréceles. Así, la violencia sexual, la agresión sobre la maternidad, la separación de sus hijos, fueron prácticas sistemáticas ejercidas sobre las detenidas.
Presentamos algunos relatos de mujeres que intentaron subvertir un orden que parecía inamovible en diferentes espacios: sindicatos, organizaciones políticas, en sus trabajos, en sus hogares.
Mujeres que caminaron estas calles, donde sus pasos hicieron la huella que hoy nos inspira.