Entrevista a Mónica Gordillo

“Estas son acciones concretas que ayudan a construir una memoria social, un relato del pasado”.
Entrevista a Mónica Gordillo. 
Por Julia Parodi y Melisa Mariel Aguirre Sotelo

La licenciada Mónica Gordillo nos habla del aporte que hoy se hace desde la institución de la Universidad para acompañar el proceso del juicio. Hace un recorrido histórico de cómo la dictadura sacudió al ámbito universitario con consecuencias que podemos ver en la actualidad; y analiza la responsabilidad que nos cabe como sociedad civil en lo ocurrido durante los años del proceso.
Mónica Gordillo es Licenciada en Historia, y actualmente se desempeña en la Universidad Nacional de Córdoba como profesora de Historia Argentina Contemporánea en la Escuela de Ciencias de la Información y en la Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras.
Para ella, “el proceso y el aprendizaje no se cierra en lo judicial, pero la sentencia de la justicia es lo que hacia falta”. Sin negar que “el conocimiento histórico de lo que ocurrió avanzó más que lo que puede haber sido el accionar de la justicia”, expresa la real importancia del hecho que estamos viviendo al que caracteriza de “hito histórico”.

¿Qué evaluación podría hacer del proceso que se está viviendo en Córdoba, con la apertura de la causa Brandalisis, que lleva a juicio a Luciano Benjamín Menéndez?

El inicio de este proceso puede considerarse realmente como un hito histórico, en el sentido de que por más que desde la historia y desde otras disciplinas ya se habían hecho aportes para mostrar efectivamente lo que fue el terrorismo de estado, esto cada vez va ampliando más el conocimiento de cuál fue ese procedimiento y cuáles fueron los actores que estuvieron implicados. De todas maneras, por más que ese conocimiento social de lo que fue cada vez va en aumento, era imprescindible que la justicia actuara, era imprescindible que la justicia definiera que, efectivamente, fueron delitos. Y como para cualquier persona cuando se comete un delito, tiene que haber un castigo para eso, tiene que haber una pena. Entonces no bastaba con que el conocimiento público se expanda, sino que era imprescindible que la justicia diera su veredicto. Entonces, a pesar de que -como siempre se sabe- la justicia es lenta, el hecho de que finalmente haya podido abrirse y concretarse este proceso es algo que marca un antes y un después dentro de lo que es el conocimiento pleno de eso, y de cuáles fueron efectivamente los culpables de lo que ocurrió.

¿Cuál es el grado de repercusión que tiene hoy este juicio en el ámbito de la Universidad? ¿Cómo lo ves desde tu lugar como profesora?

Bueno, la verdad que por suerte hay un cierto grado de repercusión, aunque mejor dicho no sólo por suerte sino también por la acción tanto de los organismos de derechos humanos y de los que desde algunas cátedras siempre creímos que era imprescindible que la sociedad y toda la comunidad conociera lo que había ocurrido. Particularmente en el caso de mi materia, Historia Argentina Contemporánea, yo siempre, desde que empecé a mediados de los ‘90, insistía mucho en la necesidad de construir una memoria social sobre esa época, sobre lo que había sido la dictadura. 
Creo que no es sólo a partir de este juicio, sino que cada vez más desde diferentes lugares de la Universidad se ha ido haciendo bastante por reconstruir la memoria y por respaldar las acciones de todos aquellos que contribuyeron al conocimiento de lo que había sucedido. Por ejemplo cuando el equipo de Antropología Forense hizo las excavaciones y el descubrimiento de los cuerpos en las fosas comunes en el cementerio de San Vicente, desde la Universidad -no se si la Universidad en su conjunto, pero sí al menos ciertos sectores, particularmente recuerdo a la facultad de Filosofía- se brindó apoyo a esos procesos de esclarecimiento del pasado y de la verdad histórica.

El Consejo Superior de la Universidad, también por iniciativa de algunos de nosotros o de algunos sectores que estábamos especialmente interesados en que eso trascendiera a la comunidad en su conjunto, se pronuncio a favor del esclarecimiento de los hechos de ese pasado como así también a favor del juicio y castigo de los que habían estado directamente implicados. Estoy hablando ya del 2003 cuando se descubrieron las fosas, a partir de ahí también se ha ido acompañando otras iniciativas desde la facultad específicamente. 

Obviamente no se puede generalizar, se trata sólo de algunas iniciativas, pero concretamente se ha intentado apoyar todo este proceso desde lo que se puede hacer. 
En su momento el Consejo Superior también saco una resolución donde pedía por la garantía para que el juicio se desarrollara como debía ser, es decir, con protección a los testigos, alerto sobre la posibilidad de que había que preservar y dar todas las garantías para que el proceso se pudiera culminar y llevarse a buen termino. Sacó una resolución pronunciándose sobre la importancia a este juicio particularmente a Menéndez y a los otros imputados. Y también apoyo una iniciativa de adherir a la nominación de las Abuelas de Plaza de Mayo para el premio Novel de la Paz, justamente con la intención de acompañar este proceso que esta viviendo la sociedad. Además de por supuesto otra serie de acciones que la Universidad ha estado encarando, desde comienzos de este año y desde fines del año pasado, como por ejemplo organizar un programa dentro de la Secretaria de Extensión: el programa de derechos humanos. Se está pensando para este año incluso en avanzar en el dictado de cursos de derechos humanos, tanto en nivel de grado como de posgrado; y también acompañar con la difusión de lo que ha sido el juicio a través de los servicios de radio y televisión de la institución, que han estado transmitiendo en directo. Es un conjunto de acciones que me parece muy importante destacar para justamente mostrar cómo desde las autoridades de la Universidad y con el impulso de algunos sectores dentro de ella, se nota claramente un cambio en ciertas actitudes y comportamientos que se tuvieron previamente. Hoy puede decirse que realmente hay un interés bien definido, una política que lleva adelante la institución, de implicarse en esto que está ocurriendo. 

También por supuesto en mi caso particular, desde en la Cátedra de Historia Argentina Contemporánea en la Escuela de Comunicación Social que me toca dictar en este próximo cuatrimestre, estamos pensando en tener alguna actividad que sea específicamente trabajar con el juicio, con el diario del juicio; tomar una actividad para trabajar específicamente este acontecimiento.


¿Cómo afectaron los años de la dictadura en la vida intelectual de Córdoba?

Bueno como en todo el país, los años de la dictadura marcaron una bisagra en lo que fue el desarrollo intelectual en general y particularmente en la universidad. No solamente por lo que significo el exilio de gran parte de profesores, algunos por su militancia política, otros por temor, y el consecuente recambio absoluto de lo que era el personal en las cátedras. Pero además porque se interrumpió, como en general ocurrió en otros procesos militares anteriores, aunque con notas más particulares, todo el funcionamiento institucional de las universidades. No solamente que se suspendió toda actividad de cogobierno, la representación de los distintos estamentos en la universidad; además se impuso un cambio absoluto en los programas de las materias, lo que en algunos casos implicó volver a orientaciones que eran peores que las del siglo pasado. En ese momento yo estudiaba historia, y lo viví de lleno. Efectivamente uno sentía que lo que estaba estudiando no tenía ningún de formación. Los docentes que quedaron eran sumamente mediocres, salvo algunas excepciones, y la relación con los estudiantes era sumamente distante. Había temor a expresar las ideas, no había lugar para la crítica, y efectivamente significó un retraso enorme para el desarrollo científico que se estaba viviendo en el mundo. 

Cuando volvió la democracia nos dimos cuenta de todo lo que se había perdido, cómo todas las discusiones tan fructíferas que habían tenido lugar previas a la dictadura se habían suspendido; siendo que en otros países ya se habían desarrollado movimientos críticos a esas posiciones anteriores y uno tenia que empezar todo de cero.

La sensación que yo tenía cuando me recibí en el año 82, era que la Universidad no me había dado casi nada y que tenia que iniciar prácticamente una tarea de formación propia, individual, armarme un recorrido en función de lo que a mí me interesaba. Pienso que en algunos ámbitos, como es el caso de las Ciencias Sociales y las Humanidades, todo este movimiento de destrucción y exterminio de esos años se vivió con mucha más intensidad.


Está claro que el debate no se cierra en lo judicial, ¿Qué nos falta como sociedad para completar este proceso?

Creo que siempre la autocrítica o la crítica es fundamental, es lo que a uno le permite crecer como sociedad y aprender de los errores que se pueden haber cometido. Por supuesto que el proceso y el aprendizaje no se cierra en lo judicial, pero pienso que la sentencia de la justicia es lo que hacia falta. Creo que el conocimiento histórico de lo que ocurrió avanzó más que lo que pudo haber sido el accionar de la justicia. Pero de todas maneras lo que sigue faltando es efectivamente tener una imagen mas integral de ese período, analizar qué papel le cupo a cada uno de los distintos sectores, dentro de lo que fue esta etapa tan trágica de la historia argentina. 

En este sentido es importante que se haga un estudio no apasionado: la pasión es fundamental en la vida política y uno como ciudadano no pude desprenderse de ello, pero hace falta más conocimiento histórico todavía, poder tomar una distancia del objeto. Poder ser capaz de explicar lo que ocurrió y cómo fue posible que eso ocurriera. 

La explicación seguramente esta dada en el mismo proceso histórico previo, en cómo se fue formando una cultura política y una forma de hacer política que hizo posible de alguna manera que ocurriera. Es importante tomar distancia para poder reconocer y clasificar los síntomas, para poder estar alertas a situaciones que pudieran llevar a derivar en situaciones similares. En ese sentido, me parece que es fundamental, profundizar el conocimiento histórico y que este conocimiento producido trascienda a la sociedad para que ella en su conjunto pueda madurar y hacerse cargo de ese pasado. Únicamente así, a través del conocimiento se pueden llegar a superar las cosas ocurridas. No hay otra alternativa. No son posibles ningunas estrategias como las de olvido, porque ello no permite crecer. Justamente hay que recordar, hay que tenerlas presentes, para que puedan superarse. Y también tratar de que no se impongan relatos cerrados de este pasado. Que existan la suficiente discusión y la suficiente apertura, para que cada uno pueda, no solo comprender lo que paso, sino también hacerse cargo de eso.


¿Qué efectos crees que causaron en la sociedad los testimonios de los testigos, que hicieron presente durante las audiencias la memoria del horror vivido?

Sin duda, no solo los relatos de los testigos, sino las pruebas. Hay pruebas históricas, Más allá de lo que ocurra en un proceso judicial como el que se lleva adelante, porque el otro día cuando escuchaba el alegato de la defensa, se dijo una cosa que jurídicamente de alguna manera es cierto. Lo que decía el defensor de Menéndez, es que no se está juzgando el terrorismo de estado (o sea que lo daba por sentado), sino que se está tratando de comprobar la acción especifica que tuvo esta persona en este caso puntual.

La justicia trabaja de esa manera, es necesario que haya una prueba que implique a esta persona porque la sentencias son de alguna manera resultados individuales del accionar, de una causa efecto directa. De todas maneras, además de que haya ciertas pruebas que a lo mejor no alcancen, tomándome de ese alegato que hizo la defensa, es obvio que el accionar sistemático del terrorismo de estado ha estado probado. Ya no es posible pensar que eso fue una ficción o que eso fue un invento, producto de una conspiración internacional marxista como se argumentaba en su momento. 
Yo creo que ya nadie puede animarse a decir que eso no ocurrió. Porque en ese sentido las diversas pruebas, tanto los relatos de los testigos o las pruebas materiales como son los cuerpos, como son las fosas, como son los centros clandestinos de detención, como son los restos óseos que se han encontrado en penitenciaria San Martín son innumerables. Nos muestran que el terrorismo de Estado fue un plan sistemático que involucró a todas las fuerzas armadas, y que esto no puede dudarse.

Por supuesto, todos estos relatos de los testigos, mostrarlos mas allá de lo crudos que sean; y el hecho también de que la universidad asuma su compromiso como una tarea concreta, con la transmisión en directo del juicio, con las posibilidades que esto tiene en una televisión abierta de llegar a todos lo que lo quieren escuchar, estas son acciones concretas que me parece ayudan a construir una memoria social, un relato del pasado. Son pruebas contundentes para no se dude de que esto efectivamente ocurrió.


¿Puede decirse que desde distintos espacios la sociedad civil también fue responsable de lo sucedido entre 1976 y 1983, así como también de permitir, en algunos aspectos, las continuidades de la dictadura?

Esto es todo un tema en el que es importante indagar porque es importante analizar y estudiar históricamente cuál fue la responsabilidad que le cupo a diversos sectores. 

Efectivamente por más terrible y cruel que sea una dictadura o cualquier gobierno, en particular el gobierno de la dictadura de 1976 contó en el momento de asumir con una cierta legitimidad inicial, una legitimidad que obviamente no es legalidad, pero que permitió que para algunos se convirtiera en un gobierno legitimado y con consenso cuando asumió. 

Una legitimidad y un consenso que por una diversidad de razones fue perdiendo, en parte también por el accionar de los que resistieron, de los que denunciaron, que fueron construyendo ciertos polos de resistencia. Desde allí fue que se pudo a medida que el gobierno perdía fuerza, generar una oposición generalizada al régimen que permitió la salida democrática.

Pero efectivamente es necesario indagar en la responsabilidad de los diversos sectores sociales, que obviamente no fue la misma en todos. Uno no puede decir que “la sociedad” en general, fue responsable, porque obviamente hubo diversos grados de responsabilidad y porque también la idea de sociedad es una fracción, es una generalización. Pero sin duda había toda una serie de prácticas autoritarias, violentas, que de alguna manera fueron toleradas y que fueron generando un cierto sentido común, donde la única alternativa para oponer a este orden era la opción militar, siendo que podían haberse ensayado otras alternativas. 

Dentro de lo que era el ultimo gobierno democrático de Isabel, había posibilidades de gestar alternativas para recuperar la gobernabilidad, que no eran las de la salida autoritaria. Lo que sin embargo uno entonces tendría que preguntarse es porqué no crecieron esas otras alternativas de una salida institucional que no fuera la del golpe militar, y cuáles fueron los actores que la impulsaron y quiénes se opusieron. Son cuestiones todas que remiten a una responsabilidad ampliada, en el sentido en que no se limita a los actores que puntualmente llevaron a cabo el golpe militar. Entonces, todo eso es fundamental estudiarlo. 
Nosotros históricamente sabemos que tanto la violencia como el terrorismo del estado no empezaron en el 76, sino mucho antes sobre todo en ciertos lugares como Córdoba, que empezó ya desde el 74, luego de la destitucion de Obregon Cano y Atilio Lopez.

Entonces uno debería preguntarse qué paso efectivamente; ver y analizar los rasgos de cultura politica del momento. Qué había en la sociedad que no permitía que se denunciara, que se reaccionara; qué es lo que hacía que se naturalizara la presencia de esa violencia de estado de las Fuerzas Armadas como un actor político que tenía derecho a intervenir. Son todas cosas que estoy planteando, que por supuesto han sido estudiadas historicamente. No estoy diciendo cosas demasiado novedosas, aunque es importante estudiar y profundizar acerca del contexto previo e inmediatamente posterior al golpe, desde una visión mas integral del problema, que entonces permita efectivamente ver la responsabilidad que tuvo cada uno. No con un sentido de caza de brujas, sino porque es impresindible que uno asuma eso como sociedad, como unica posibilidad de superación de esas situaciones para el futuro.