A 100 años de la Reforma Universitaria, homenajeamos a todos los universitarios que quisieron subvertir el lugar que cotidianamente transitaron.
“Algo habrán hecho” para que la Universidad no sea “sólo reducto de mediocres”, sino que esté a la altura del tiempo que toca vivir.
“Algo habrán hecho”, un colectivo de identidades universitarias para hacer de Córdoba un lugar mejor, anhelando: “que, de la acción recíproca entre Universidad y Pueblo, surja nuestra real grandeza” .
Los centros de estudiantes, el morral con mandarinas y el libro ¿qué hacer? de Lenin, los días enteros de “Taller Total”, las asambleas, la clandestinidad, las volanteadas, los posters con las caras de Evita y el Che, un “te quiero, compañera” en la parada del bondi, las peñas, negar la música en inglés por burguesa, las reuniones en los barrios, las tardes enteras dedicadas a dar apoyo escolar, la catequesis que enseñaba la palabra de Jesús en la opción por los pobres, las copas de leche, la decisión por la lucha armada para terminar con la violencia de “los de arriba”, la Revolución desde el arte, lucir mini faldas y bikinis como un gusto, un placer, como parte del deseo de ser más libres.
Córdoba en los ´60 era una explosión de cuerpos en movimiento. Cuerpos, mentes, almas, pensamientos, ideales jóvenes, muchos llegados de distintos puntos del país y otros países latinoamericanos para trabajar y estudiar. La instalación de las automotrices IKA y Fiat no hicieron más que acentuar esa tendencia. Córdoba pasó a ser una de las ciudades argentinas con mayor crecimiento y dinamismo económico, político, social y cultural. Su población pasó de 386.000 habitantes en 1947 a casi 800.000 en 1970. Esa masa de inmigrantes que llegaba fue absorbida principalmente por las «industrias dinámicas» (automotriz y metalmecánica), que llegaron a representar el 75% del total de trabajadores para 1961.
Para los primeros años de la década de los ´70, Córdoba conjugaba dos opciones que dieron dinamismo a la vida en esta ciudad: su tradición como epicentro del saber por la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad más antigua de nuestro país, fundada en 1613 por la orden jesuítica y el desarrollo industrial que venía en sostenido crecimiento desde 1958.
El decreto N° 29.337 firmado el 22 de noviembre de 1949, viabilizó la gratuidad en la educación superior, posibilitando hijos de obreros fueran la primera generación en acceder a estudios universitarios.
Sumado a esto, la clase trabajadora había conquistado algunos derechos que le posibilitaba acceder a bienes culturales, el derecho al ocio, ir al teatro, al cine, a lecturas, estudios. Los obreros también eran estudiantes de todas las carreras de la Universidad. Estudiantes que trabajaban e intervenían desde sus saberes profesionales en problemáticas sociales, convirtiéndose desde la acción en sujetos políticos.
Este movimiento, devenido en motor para la praxis cotidiana de miles de estudiantes y obreros impregnó la vida de la Córdoba de “las campanas” que quería ser opacada.
Justamente, uno de los objetivos centrales de la dictadura fue aniquilar este devenir revolucionario.
El 29 de julio de 1966, bajo la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía se decretó la intervención de las universidades nacionales, ordenando a la policía que reprimiera a estudiantes y profesores de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires. En esa noche, conocida como “La Noche de los bastones largos” detuvieron y reprimieron a estudiantes y docentes debieron renunciar de sus cargos y fueron expulsados.
En Córdoba a partir de 1975 con la misión Ivanissevich en la Universidad Nacional de Córdoba y en colegios secundarios las nuevas autoridades interventoras prohibieron todo tipo de espacios políticos, como los centros de estudiantes, cesantearon a docentes, expulsaron a estudiantes, designaron docentes interinos en manos de rectores y decanos interventores, cerraron carreras y se produjeron modificaciones en los planes de estudios, prohibiendo determinada bibliografía y temáticas a trabajar en el aula por considerarla subversiva. En síntesis, la dictadura avasallo principios fundamentales de autonomía, libre acceso al conocimiento y cogobierno.
En este año, a 100 años de la Reforma Universitaria, homenajeamos a todos los universitarios que quisieron subvertir el lugar que cotidianamente transitaron. “Algo habrán hecho” para que la Universidad no sea “sólo reducto de mediocres”, sino que esté a la altura del tiempo que toca vivir. “Algo habrán hecho”, un colectivo de identidades universitarias para hacer de Córdoba un lugar mejor, anhelando: “que, de la acción recíproca entre Universidad y Pueblo, surja nuestra real grandeza” .
En este “algo habrán hecho” homenajeamos a tantísimos otros militantes que de un modo menos visible produjeron este diálogo entre Universidad y Sociedad que hoy nos resulta natural e indiscutible. Relación entre saberes que sólo es posible en base a un compromiso constante por la construcción conocimientos situados, es decir, en base a un profundo trabajo militante.