Una vez comenzada la cuarta audiencia, se hace notar la ausencia de Lardone. Su abogada explicó que no está por razones de salud, encontrándose en el Hospital Militar por una suba de presión. La Dra. Crespi, solicita al Tribunal que se suspenda el juicio hasta que Lardone supere el malestar, o que se lo aparte de la causa. El Tribunal decide que un médico se constituya en el Hospital Militar y observe si el imputado se encuentra en condiciones de asistir, mientras tanto se pasa a un cuarto intermedio. La gente esperó en el hall de la sala de audiencias con nervios, caras de enojo y malestar. Desconfianza e impotencia en algunos, paciencia en otros. La testigo, esperaba poder declarar. Luego de una hora, declara el médico forense que da un informe en el que afirma que Lardone está en condiciones de asistir a las audiencias.
Por la tarde, Liliana Beatriz Callizo, otra sobreviviente de La Perla, comienza su testimonio. “Estábamos comiendo una pizza de cebolla, cuando Irrumpieron por puertas y ventanas, disfrazados. Entraron con valijas y cargaban cosas de la casa”, cuenta Liliana. Luego continúa relatando que la hacen participar de una tortura colectiva. “Estábamos todos con los ojos vendados. Nos ponían en fila y nos hacían girar en ronda. En el medio había una persona que nos iba pegando con unas botellas”, explica. Contó que en La Perla vio un manual de métodos de tortura del ejército de Francia y su aplicación en Argelia, que hablaba de la venda, la incertidumbre. Liliana relató como transcurrían los días en cautiverio. “Eran rondas. A la mañana había que enrollar la colchoneta y permanecer de pie. Hacíamos filas para ir al baño. A veces nos caíamos porque estábamos vendados. A la mañana, a la tarde y a la noche eran los turnos. Según la guardia se podía pedir ir al baño o no. Gendarmería custodiaba el predio y los prisioneros”. “Un vez Lo vi a Menéndez sentado en la primera oficina de la derecha”.
Esta crónica fue publicada en el Diario de la Memoria Nº 2