Planificación del terrorismo de estado.

Por muchos años vivimos en nuestro país dictaduras y democracias que reprimieron a militantes políticos. Las fuerzas armadas se formaron desde fines de la década de 1950 en diferentes teorías y doctrinas de contrainsurgencia que orientaban su accionar hacia el propio territorio nacional y su población.

A mediados de los años ’70, empezaron a ensayarse nuevos y perfeccionados métodos que terminaron por configurar un aparato organizado de poder para el exterminio de la oposición política. Si bien los golpes de estado son una constante que atravesó toda la historia argentina del siglo XX, la última dictadura militar tuvo características particulares. Implementó un Estado terrorista sin precedentes en nuestra historia nacional, incorporando aparatos represivos clandestinos. Este modelo represivo se consolidó en América Latina mediante el llamado “Plan Cóndor”.

ESCUELA DE LAS AMÉRICAS

Entre 1950 y 1975, más de 600 oficiales de las Fuerzas Armadas de Argentina participaron en los cursos especializados de lucha contrainsurgente dictados en la Escuela de las Américas, en el Canal de Panamá, dependiente de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Lograr la difusión de esta doctrina  para preservar los beneficios de una relación absolutamente desigual con los países de América Latina, fue el objetivo de los Estados Unidos con la creación de la Escuela de las Américas. Allí las teorías francesas de contrainsurgencia se perfeccionaron, siendo luego aplicadas en Vietnam y otros conflictos que afectaron los intereses de países imperialistas como Francia, Inglaterra y Estados Unidos. 
Un claro ejemplo de los militares que se formaron en la escuela de las Américas es Carlos Delía Larocca, imputado en el Juicio Mega causa “La Perla. Desde 1974,Laroccase desempeñó como agregado militar en la embajada Argentina en Estados Unidos y como delegado en la Junta Interamericana de Defensa (encargada de brindar asesoramiento técnico, consultivo y educativo sobre temas relacionados con asuntos militares y de defensa), y desde marzo hasta septiembre de 1975 fue Comandante del III Cuerpo de Ejército, momento en que asume Menéndez, hasta entonces Comandante 2º. Otro caso es Rosario Elpidio Tejeda (alias Texas), recordado en los testimonios de los sobrevivientes del CCDTyE La Perla por su “especialidad” en realizar interminables sesiones de tortura e interrogatorios.

LA CONSTRUCCIÓN DEL “ENEMIGO”
Más allá de las múltiples fuentes teórico-ideológicas que sirvieron de base al genocidio, es necesario resaltar al menos dos antecedentes: la doctrina y la metodología utilizadas por el nazismo, y la doctrina francesa de contrainsurgencia.
Desde mediados de la década de 1950 la teoría de contrainsurgencia diseñada por los franceses, aplicada para reprimir los levantamientos por la independencia de la colonia francesa de Argelia e Indochina, comenzó a tener una fuerte influencia en las fuerzas armadas argentinas.  Esta teoría otorgó una importancia fundamental a las actividades militares de “inteligencia”, la cual plantea la necesidad de cuadricular el territorio para tener mayor control y la creación de “escuadrones de la muerte” especializados en secuestrar y torturar. Además, le da una especial importancia al desarrollo de acciones psicológicas sobre la población para generar la percepción de un clima de inseguridad, inestabilidad y terror, partiendo de la concepción de un enemigo difuso, escondido entre la población civil. 
Por otra parte, en muchos de los países del tercer mundo se difundió fuertemente en América Latina la llamada “DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL”, en el contexto histórico-político de la Guerra Fría que dividía al mundo en dos bloques liderados por dos potencias: una capitalista y otra socialista, y en respuesta a la emergencia de los movimientos emancipatorios. Esta doctrina establecía que las nuevas hipótesis de conflicto estaban dadas por la presencia del enemigo interno: “elementos subversivos”, “agentes del comunismo internacional” que vulneraban la seguridad por estar infiltrados en todos los ámbitos de la vida social y a los cuales era preciso “neutralizar”. De esta manera las Fuerzas Armadas debían orientar sus acciones no sólo a la defensa frente a un agresor externo sino también hacia la propia población. Esta definición vaga e imprecisa, abarcaba potencialmente a todo aquel que planteara alguna disidencia con los sectores dominantes y justificaba un ataque generalizado hacia toda la población civil. Todas estas doctrinas sostenían la injerencia de las fuerzas destinadas a la Defensa -Ejército, Marina, Aeronáutica- en cuestiones de Seguridad. En base a ese tipo de doctrinas se desarrolló progresivamente la maquinaria del horror en nuestro país. 

PLAN CÓNDOR
Ese modelo represivo se consolidó a nivel nacional a partir del golpe de Estado de 1976 y a nivel internacional mediante el llamado “Plan Cóndor”. Este plan consistió en la coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales en los países de toda América latina: Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador. Esta coordinación clandestina e ilegal entre militares y la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos –proporcionando finanzas, tecnología e información- , tuvo como principal objetivo la persecución, secuestro y asesinato de militantes políticos (activistas sindicales, estudiantiles y religiosos, periodistas o incluso familiares que reclamaban por sus seres queridos), dentro y fuera de las fronteras de cada uno de los países que integraban el Plan Cóndor. En estos años toda la región fue un territorio “liberado” para la implementación total del terrorismo de Estado. 
El sistema de persecución, asesinato y desaparición del Plan Cóndor consistía en tres niveles. El primer nivel era el de la cooperación mutua entre los servicios militares y de inteligencia de países vecinos para coordinar la vigilancia política. El segundo, era el de las acciones encubiertas, es decir, escuadrones multinacionales que hacían operativos encubiertos transfronterizos para detener y desaparecer a exiliados en otros países y trasladarlos a su país de origen, donde desaparecían definitivamente. El tercer nivel, era la llamada “fase III”, donde se conformaron escuadrones especiales para realizar asesinatos a dirigentes políticos que pudiesen movilizar la opinión mundial o consolidar una oposición a los regímenes dictatoriales. Uno de los casos más destacados ocurrió en Buenos Aires en el año 1976 donde asesinaron a Zeimar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, dos diputados uruguayos que estaban exiliados en nuestro país. 
El 5 de marzo de 2013 en Buenos Aires, comenzó el juicio para investigar y condenar a los responsables del Plan Cóndor.