El campo de concentración La Perla funcionó centralmente como un lugar de exterminio. Las decisiones sobre quiénes iban a ser asesinados eran tomadas en el Destacamento de Inteligencia 141 bajo el control del Comando del Tercer Cuerpo, aunque en algunos casos esta decisión también fue tomada por los jefes del centro clandestino.
Los secuestrados eran, en general, sacados de la cuadra para ser fusilados en los campos aledaños a este predio por personal militar. Este procedimientoera denominado con el eufemismo de “traslados”. Participaban tanto los responsables de “La Perla” como otros integrantes de diferentes divisiones del Ejército llamados “números”. De esta manera se aseguraba que todos los integrantes de las fuerzas armadas participaran de estos crímenes estableciendo un “pacto de sangre” que buscaba el silencio y la impunidad.
En otras ocasiones, los secuestrados eran asesinados y se los hacía aparecer muertos en la vía pública como si hubieran protagonizado un enfrentamiento armado. Estos operativos fraguados tenían como objetivo sembrar el terror en la población y justificar el accionar de las Fuerzas Armadas y de seguridad. Eran llamados en la jerga del campo como “operativos ventilador”.
LA “DESAPARICIÓN” DE LOS CUERPOS
La mayoría de las personas que fueron asesinadas durante el golpe cívico militar continúan “desaparecidas”. En La Perla fueron enterradas –mayoritariamente- en fosas comunes en los campos del III Cuerpo de Ejército que colindan con este predio. Esta metodología deocultamiento sistemático de los cuerpos, la principal prueba de los asesinatos cometidos,buscó encubrir la responsabilidad de los represores respecto desus crímenes.
En algunos de estos casos los cuerpos de las víctimas fueron localizados, identificados y entregados a sus familias gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Cada identificación, cada restitución de un cuerpo nos restituye, como personas y como pueblo, la dignidad herida por estos crímenes aberrantes.
Entre los familiares y amigos de las víctimas la ausencia del cuerpo, la incertidumbre sobre su ubicación y circunstancias de muerte impiden, al día de hoy realizar el duelo en nuestras sociedades. A nivel social el terror que generó esta práctica plantea una herida que se perpetúa hasta el presente.