Los secuestrados que precisaban ir al baño debían solicitarlo a la guardia de gendarmería apostada a la entrada de estas instalaciones. Circunstancialmente se les permitía asearse en las duchas o los piletones, por lo general en grupo. Compartir estos espacios constituía casi el único momento donde se relajaban las estrictas normas de incomunicación, por lo que allí las víctimas podían intercambiar alguna palabra o levantarse la venda, mirar y mirarse.
La relativa “intimidad” que proporcionaba el baño o las duchas muchas veces era violada por los guardias, quienes aprovechaban ese momento para observar, sobre todo a las prisioneras, cuando se bañaban. La mirada sobre el cuerpo desnudo era vivida como otra forma de vejación.En estos espacios también se acumulaba ropa sustraída a las víctimas. De esa pila algunos secuestrados pudieron reconocer prendas de personas conocidas que habían pasado por el campo con anterioridad.En otros casos esta ropa era reutilizada por otros secuestrados para abrigarse.
Estas tres habitaciones han sido modificadas sustancialmente con el uso del espacio como cuartel militar. La zona de duchas no tenía muros divisorios y los piletones de cemento fueron reemplazados por bachas. Se modificarontodos los revestimientos de las paredes que estaban cubiertas con azulejos blancos. En los baños, donde anteriormente había letrinas, se colocaron sanitarios.
TESTIMONIOS SOBRE DUCHAS Y BAÑOS
“… ejemplifica con anécdotas de las duchas donde veían a los gendarmes que se paraban detrás de los círculos de las puertas a mirarles el cuerpo. Un cuerpo lastimado, vejado, enfatiza. “Encima de esa lastimadura estaba esa mirada. Ya era una violación.” (Crónica sobre el testimonio de Ana María Mohaded, Diario del Juicio - H.I.J.O.S., Córdoba, Argentina 2008)
“Cuando se dieron las condiciones supimos aprovecharlas para hablar, y en los días sucesivos, cuando ya podía moverme nos las ingeniábamos para correr nuestras colchonetas y acercarnos.
Tiempo después nos toco bañarnos juntos. “La Perla" se llenaba rápidamente de prisioneros; era un baño con duchas colectivas muy grande. Éramos 5 o 6 campañeros de infortunio; nos sacamos las vendas, nos miramos…” (Testimonio de Piero Di Monte, ante el Consulado Argentino en Milán, Italia, 27 de abril de 1984)
“Una vez encontré en la sala donde estaban las duchas, que era un lugar bastante grande por lo que solían guardar material que no les entraba en las oficinas, una revista, en castellano, pero de origen alemán, donde había un análisis científico de los resultados obtenidos en el aspecto síquico si se sabía combinar la tortura síquica y física.
Había un diagrama del cerebro, con aros que marcaban las distintas áreas de la siquis, donde se veía claramente las diferentes etapas por las que iba pasando la persona que sufría este tipo de represión sistemática. Hacía una mención especial sobre la necesidad de obligar a usar la venda en los ojos. Era un estudio de los métodos aplicados en la Alemania nazi.” (Testimonio de Liliana Callizo ante el consulado argentino en Bilbao, España, Marzo de 1984)